
Si no estaba claro que era insostenible para el planeta, la subida del petróleo y las dificultades económicas lo convierten en necesidad: no podemos seguir consumiendo como hasta ahora.
No se trata sólo de responsabilidad ecológica, sino también de pura economía.
No sólo vale protestar, también hay que actuar. No derroches energía si no la necesitas, pon el interruptor en 'off'. No malgastes la electricidad que no te haga falta. Haz la guerra al 'standby'. Vístete de forma acorde con el clima para no abusar del aire acondicionado (o de la calefacción) y disfruta al máximo de la luz del sol.
Que tu casa sea más eficiente. La elección de una vivienda, la decoración, los electrodomésticos o el tipo de iluminación serán claves en la cifra final de tu factura de energía.
Muévete de forma distinta. Desentumece tu cuerpo. Recupera el placer de caminar o de subirte a una bicicleta.
Utiliza el transporte público y aprovecha los desplazamientos para leer el libro o escuchar la música que tanto te gusta. Usa el coche con cabeza.
Come de forma saludable. Apúntate al 'slow food'. Siempre que puedas, recupera el placer de cocinar tú mismo. Elabora ricos platos con productos frescos, verdes (verduras) y de temporada.
Alarga la vida de las cosas. Échale imaginación a la vida para alargar la vida de las cosas. Aprende a reparar, coser y reutilizar. No te obsesiones con el último modelo e intercambia con otra gente las cosas que hayas dejado de utilizar.
Ahorra sin dejar de disfrutar. El cumplir con tu responsabilidad no significa que haya que dejar de disfrutar. El consumir menos no sólo no tiene por qué resultar más incómodo, sino que probablemente mejore tu calidad de vida.
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