cansado de "casi" todo

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Lugar: Barcelona, Spain

Mi nombre es Antonio, pero casi todo el mundo me conoce como Carrillo. Ese, siempre fue mi nombre de "guerra" desde que militaba en un partido de la izquierda extraparlamentaria en la clandestinidad y digo militaba, porque hace años que ya sólo milito para mí, para mi hija Laura, y mis amigos, así que ese nombre se quedó para siempre: Carrillo. Casi toda mi vida la he dedicado al mundo sindical. Allí en el Sindicato, realizo funciones de asesoramiento a trabajadores y trabajadoras. Me gusta mi trabajo y, como yo digo, encima me pagan.¿qué más puedo desear?. Hay algo de lo que no estoy cansado: Mi hija Laura, mi compañera María y mi equipo de fútbol el Barça, mi Barça.

18 febrero 2010

EL ZAPATAZO DE LAS PENSIONES. POLANYI COMO TELÓN DE FONDO


Por su interés, publicamos el Artículo de mi admirado D. José Luis López Bulla (quien fuera Secretario General de CC.OO., de Catalunya).

Ya han empezado los artificios verbales: María Teresa Fernández de la Vega ha justificado el planteamiento de Zapatero de ampliar dos años la edad de jubilación a través del magreo de palabras como la solidaridad y el vínculo intergeneracional. Quienes discrepen de la medida –se infiere de las palabras de la vicepresidenta del Gobierno— serían unos insolidarios de tomo y lomo. Pero en realidad esta metamorfosis de las palabras ya nos ha sido enseñada por el maestro Vittorio Foa en su celebrado libro LAS PALABRAS DE LA POLITICA, que un tanto atrevidamente traduje al castellano. Hablemos claro: De la Vega ha perdido la oportunidad de hablar con punto de vista fundamentado y apáticamente se ha deslizado hacia el lugar común más aparente. De todas formas una cosa hay que agradecerle: aclaró que era sólo una propuesta para llevar a la comisión del Pacto de Toledo. Como era de esperar la reunión del Comité federal del PSOE ha aprobado la propuesta. El zapatazo es ahora oficialmente política de partido.

Primera observación: aunque lo más llamativo es la propuesta de incremento de dos años para la edad de jubilación, téngase en cuenta que ésta forma parte de un paquete de indicaciones más general. Esto es, nos encontramos ante una reorientación más compleja del sistema público de pensiones. De un plumazo y con una aproximada nocturnidad, disfrazada de propuesta para ser bañada por el Tajo a su paso por el Pacto de Toledo. De ahí que insista en lo dicho: con el zapatazo estamos ante el matute de una reforma subrepticia del mercado de trabajo.

La segunda observación: las organizaciones empresariales no han tardado en ovacionar la propuesta del Consejo de Ministros. Nada que objetar, pues cada cual baja las escaleras según sus intereses, saber y gobierno. No es cuestión de hipocresía sino de albricias porque se ha abierto la hipótesis de un cuadro que les favorece para la puesta en escena de una apariencia de negociaciones sobre el resto de las variables de la reforma laboral que, no hace tanto tiempo, torpedearon como el viejo pirata de Espronceda con diez cañones por banda a toda vela.

La tercera observación: se constata que el presidente Zapatero reincide con estas medidas –inútiles e imprudentes— en un estilo que se caracteriza por la desconexión y el aturdimiento de su gestión en el mundo de la economía y, permítaseme, la expresión: en el gobierno de lo social. Todavía no sabemos qué vínculos existen entre la Ley de Sostenibilidad económica, el cambio de modelo productivo y esta subrepticia reforma del mercado de trabajo. Que, además, se han traducido en una alocada actividad legiferante cuando sabemos desde La gran transformación de Karl Polanyi que las grandes medidas vienen desde otros quehaceres. De ahí que esta interferencia gubernamental en la metodología de la concertación sea no sólo inútil sino contraproducente. Yo pienso, por ejemplo, que los grandes capitanes de industria como Pere Durán Farell se echarían las manos a la cabeza. En resumidas cuentas, las soluciones de Zapatero son, aturrulladamente, de boletín oficial del estado. Nada, nada tiene que ver con la radiografía lúcida de, por ejemplo, Manuel Castells en http://www.revistalafactoria.eu/articulo.php?id=11. No sólo no tienen nada que ver sino que la manivela legislativa ha ido en dirección contraria provocando un conjunto de medidas de welfare clientelar sin ninguna relación entre todas ellas y sin vínculo alguno con algo con pies y cabeza: primero fueron los cheques y después todo una panoplia de pitas, pitas, gallinitas como si la sociedad fuera la Conferencia de San Vicente de Paúl. Y las que se pusieron en marcha –como, por ejemplo, la Ley de dependencia— quedaban en pura nebulosa.

Oído cocina: el impertinente zapatazo debe ser contestado con la elaboración de un proyecto de welfare por parte del sindicalismo confederal. La mera oposición no basta. La primera movilización ha de ser la de las ideas. Y digo más: en la casa sindical (me refiero a Comisiones y UGT) hay saberes de sobra para elaborar ese proyecto. Una buena idea podría ser la creación de una comisión ad hoc con el coparticipación de personalidades de las diversas disciplinas. Sólo así, me atrevería a decir que nada está perdido. El que diga lo contrario, perdón por la arrogancia, es un chuchurrío.

SÁBADO 30 DE ENERO DE 2010

Nota: Recomendamos expresamente el seguir los artículos de José Luis López Bulla en su blog: http://lopezbulla.blogspot.com/

16 febrero 2010

LAS PENSIONES DE JUBILACIÓN A DEBATE


Ante la agresiva campaña contra el sistema de pensiones y, en defensa de los jubilados, de los pensionistas y los derechos de los trabajadores y trabajadoras, después de muchos años de cotizar y de pagar impuestos, de entrada, se ha de decir bien claro que ni el mundo del trabajo ni el sistema público de protección social, han tenido nada que ver con la crisis actual y la bajada del sistema financiero.

Dejado esto claro, situémonos en una perspectiva de futuro. Ahí van unas ideas al respecto.

Cambiemos las teorías que se vienen barajando tanto en la prensa, la radio, la televisión e incluso entre los trabajadores.

Una teoría, sería un cambio radical en la forma de planteamientos a realizar en un futuro no muy lejano. Mi teoría es entre otras las siguiente: Cobrar más salario, igual a cotizar más. En mi opinión ello traería como consecuencia favorable, la subida de los ingresos, tanto de la Seguridad Social como del IRPF. Evidentemente, esta teoría no la van a compartir -por supuesto- los empresarios.

Por ello, y desde otro punto de vista y siempre como opinión personal, se deberían de contabilizar no el importe de las cotizaciones y, sí en cambio, los años cotizados; es decir, si se tienen 20, 30, 40 y/o más años cotizados, la jubilación a percibir, debiera de ser en función de los años y no del importe. Pongamos el ejemplo más común:

Trabajador/a que es despedido a los 50 años y -con 32 años cotizados a la Seguridad Social- se acoge a la prestación por desempleo. Da como resultado que de los 50 a los 52 años cobrará el desempleo y, a partir de los 52 años cobrará el subsidio para mayores de 52 años y como consecuencia de ello, sólo tendrá como periodo válido, los dos años percibidos y cotizados como desempleo, el resto, 13últimos años, sólo le servirán las cotizaciones del subsidio para mayores de 52 años y, por ello, la perspectiva real de futuro será el cobro de una pensión mínima.

El situarnos en un periodo de carencia de tiempo cotizado para acceder a una jubilación, daría como resultado final lo que podríamos calificar de pensión justa.

Actualmente son necesarios 15 años de cotización para poder acceder a una jubilación. La realidad actual, nos indica que muchos de los trabajadores y trabajadoras que hoy en día se jubilan, accedan a dicha jubilación con innumerables problemas, ya sean en el importe a percibir, como en la carencia de tiempo. Sin embargo, si se hiciera en función de los años cotizados, siempre se podría decir que quedaría una pensión más o menos adecuada.

Ejemplo: Si tienes 40 años cotizados cobras X, por 35 años cotizados cobrarías X, por 30 años cotizados X, y así sucesivamente. Sería una manera de incentivar el tiempo cotizado y no el importe de la cotizaciones que, hoy por hoy, es una manera injusta en el momento de percibir pensión, puesto que no es lo mismo aquella persona que tiene poder adquisitivo y cotiza por el tiempo mínimo establecido -15 años- sin necesidad ni tan siquiera de trabajar durante un montón de años, que el "currante" de a pie, que va trabajando y cotizando en función del salario, más o menos "decente". Es decir, priorizar el tiempo trabajado y no el importe de la cotización.

Otra opción diferente sería el reparto del tiempo de trabajo. Ejemplo: trabajar menos horas a la semana para trabajar todos. Aunque la derecha de este país siempre ha dicho que trabajar menos conllevaría una caos para las empresas, ésa teoría está totalmente equivocada. (Recomendamos leer el libro de Carla Ravaioli y Mario Agostinelli: “Las 35 horas: el desafío de nuevo tiempo social”). Ciertamente, si se trabajan menos horas semanales, el trabajo se desarrolla de forma “alegre”, sin la pesada carga de pensar que tengo que permanecer 40 horas en la empresa, lo cual conlleva un cansancio físico y psíquico. Trabajar menos para trabajar todos, equivaldría -evidentemente- a la creación de puestos de trabajo y traería como consecuencia la no pérdida de impuestos ni de cotizaciones. Consecuentemente con ello, la “caja de la Seguridad Social”, seguiría manteniéndose o bien aumentando y asegurando de esta forma las futuras pensiones.

Lo que también está claro es que en una década de crecimiento económico y de beneficios de capital espectaculares, muy por encima del resto de la Unión Europea, no se ha tenido en cuenta la capacidad ni la voluntad de superar los déficits en materia de gasto social. Así nos encontramos que millones de pensionistas siguen teniendo ingresos por debajo de los 600 € y la atención a la “dependencia” continua en la cuerda floja.