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Lugar: Barcelona, Spain

Mi nombre es Antonio, pero casi todo el mundo me conoce como Carrillo. Ese, siempre fue mi nombre de "guerra" desde que militaba en un partido de la izquierda extraparlamentaria en la clandestinidad y digo militaba, porque hace años que ya sólo milito para mí, para mi hija Laura, y mis amigos, así que ese nombre se quedó para siempre: Carrillo. Casi toda mi vida la he dedicado al mundo sindical. Allí en el Sindicato, realizo funciones de asesoramiento a trabajadores y trabajadoras. Me gusta mi trabajo y, como yo digo, encima me pagan.¿qué más puedo desear?. Hay algo de lo que no estoy cansado: Mi hija Laura, mi compañera María y mi equipo de fútbol el Barça, mi Barça.

16 febrero 2010

LAS PENSIONES DE JUBILACIÓN A DEBATE


Ante la agresiva campaña contra el sistema de pensiones y, en defensa de los jubilados, de los pensionistas y los derechos de los trabajadores y trabajadoras, después de muchos años de cotizar y de pagar impuestos, de entrada, se ha de decir bien claro que ni el mundo del trabajo ni el sistema público de protección social, han tenido nada que ver con la crisis actual y la bajada del sistema financiero.

Dejado esto claro, situémonos en una perspectiva de futuro. Ahí van unas ideas al respecto.

Cambiemos las teorías que se vienen barajando tanto en la prensa, la radio, la televisión e incluso entre los trabajadores.

Una teoría, sería un cambio radical en la forma de planteamientos a realizar en un futuro no muy lejano. Mi teoría es entre otras las siguiente: Cobrar más salario, igual a cotizar más. En mi opinión ello traería como consecuencia favorable, la subida de los ingresos, tanto de la Seguridad Social como del IRPF. Evidentemente, esta teoría no la van a compartir -por supuesto- los empresarios.

Por ello, y desde otro punto de vista y siempre como opinión personal, se deberían de contabilizar no el importe de las cotizaciones y, sí en cambio, los años cotizados; es decir, si se tienen 20, 30, 40 y/o más años cotizados, la jubilación a percibir, debiera de ser en función de los años y no del importe. Pongamos el ejemplo más común:

Trabajador/a que es despedido a los 50 años y -con 32 años cotizados a la Seguridad Social- se acoge a la prestación por desempleo. Da como resultado que de los 50 a los 52 años cobrará el desempleo y, a partir de los 52 años cobrará el subsidio para mayores de 52 años y como consecuencia de ello, sólo tendrá como periodo válido, los dos años percibidos y cotizados como desempleo, el resto, 13últimos años, sólo le servirán las cotizaciones del subsidio para mayores de 52 años y, por ello, la perspectiva real de futuro será el cobro de una pensión mínima.

El situarnos en un periodo de carencia de tiempo cotizado para acceder a una jubilación, daría como resultado final lo que podríamos calificar de pensión justa.

Actualmente son necesarios 15 años de cotización para poder acceder a una jubilación. La realidad actual, nos indica que muchos de los trabajadores y trabajadoras que hoy en día se jubilan, accedan a dicha jubilación con innumerables problemas, ya sean en el importe a percibir, como en la carencia de tiempo. Sin embargo, si se hiciera en función de los años cotizados, siempre se podría decir que quedaría una pensión más o menos adecuada.

Ejemplo: Si tienes 40 años cotizados cobras X, por 35 años cotizados cobrarías X, por 30 años cotizados X, y así sucesivamente. Sería una manera de incentivar el tiempo cotizado y no el importe de la cotizaciones que, hoy por hoy, es una manera injusta en el momento de percibir pensión, puesto que no es lo mismo aquella persona que tiene poder adquisitivo y cotiza por el tiempo mínimo establecido -15 años- sin necesidad ni tan siquiera de trabajar durante un montón de años, que el "currante" de a pie, que va trabajando y cotizando en función del salario, más o menos "decente". Es decir, priorizar el tiempo trabajado y no el importe de la cotización.

Otra opción diferente sería el reparto del tiempo de trabajo. Ejemplo: trabajar menos horas a la semana para trabajar todos. Aunque la derecha de este país siempre ha dicho que trabajar menos conllevaría una caos para las empresas, ésa teoría está totalmente equivocada. (Recomendamos leer el libro de Carla Ravaioli y Mario Agostinelli: “Las 35 horas: el desafío de nuevo tiempo social”). Ciertamente, si se trabajan menos horas semanales, el trabajo se desarrolla de forma “alegre”, sin la pesada carga de pensar que tengo que permanecer 40 horas en la empresa, lo cual conlleva un cansancio físico y psíquico. Trabajar menos para trabajar todos, equivaldría -evidentemente- a la creación de puestos de trabajo y traería como consecuencia la no pérdida de impuestos ni de cotizaciones. Consecuentemente con ello, la “caja de la Seguridad Social”, seguiría manteniéndose o bien aumentando y asegurando de esta forma las futuras pensiones.

Lo que también está claro es que en una década de crecimiento económico y de beneficios de capital espectaculares, muy por encima del resto de la Unión Europea, no se ha tenido en cuenta la capacidad ni la voluntad de superar los déficits en materia de gasto social. Así nos encontramos que millones de pensionistas siguen teniendo ingresos por debajo de los 600 € y la atención a la “dependencia” continua en la cuerda floja.